A propósito del deceso del masajista de Racing César Nardi, fallecido a principios de enero por una descarga eléctrica, nos hizo recordar una historia similar que ocurrió en Cali, Colombia.
En un jueves 24 de octubre de 2002 a las 4:30 PM, el técnico del Deportivo Cali Óscar Quintabani apenas iniciaba el entrenamiento en la sede campestre de Pance. El equipo azucarero venía de vencer 3-0 al Caldas y se preparaba para jugar de visitante contra Cortuluá. Comenzó a llover y cuando corrían los primeros cinco minutos, de repente una descarga eléctrica cayó en la cancha, cerca donde se encontraban “Carepa” Gaviria, Carlos Álvarez y Giovanny Córdoba. Según la versión del preparador físico Hernando Arias, "en ese momento casi todos los jugadores cayeron a tierra y la mayoría se levantó aturdida, pero los cuerpos de Carepa, Córdoba y Álvarez quedaron tendidos en el piso".
De inmediato corrieron a auxiliarlos y ante la gravedad de la situación fueron conducidos a la Fundación Valle del Lilli para que recibieran atención médica, habían perdido el concimiento y se veían físicamente muy afectados.
Allí los recibió el Jefe de urgencias, Rafael Arias, el mismo que luego de dos horas y media de intentos por salvarles la vida tuvo que anunciar, de manera oficial que "el jugador Herman Gaviria falleció".
En medio del estupor por la noticia del deceso del futbolista (que al principio de este año tocó las puertas de los equipos antioqueños pidiendo empleo), el parte médico de la Fundación Valle del Lilli también informó que quedaba en cuidados intensivos y en estado crítico el delantero Giovanny Córdoba, pero que Carlos Álvarez estaba fuera de peligro.
Otros jugadores como Giovanni Hernández y Mauricio Espinosa fueron hospitalizados a causa del shock nervioso que les produjo el accidente, mientras que Gustavo Victoria tuvo que recibir atención médica por problemas menores.
La tensión continuó hasta la madrugada en la familia azucarera por el estado crítico de Giovanny Córdoba y el dolor y angustia que causó la muerte de Carepa Gaviria, un jugador bien reconocido en todo el país que fue velado en Cali y que su sepelio fue llevado a cabo en Medellín siendo despedido por los hinchas del Atlético Nacional que lo recordaron bastante desde sus inicios.
Al domingo siguiente, la Dimayor había ordenado un minuto de silencio en todos los partidos como homenaje póstumo a Carepa Gaviria, fallecido en el jueves. Todos los equipos, en solidaridad con el conjunto caleño, expresaron, a su manera, el luto. Los jugadores del Tolima, donde militó Herman, actuaron con una cinta negra en sus camisetas. Los del Medellín saltaron a la cancha con claveles blancos en sus manos. Las imágenes de futbolistas de rodillas, pidiendo por el descanso del alma de Carepa y la recuperación de Giovanny, se observaron en Cali, Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Armenia y Manizales.
Pero mientras se realizaba el primer tiempo, las emisoras interrumpieron
sus transmisiones para informar acerca de la muerte de Giovanny Córdoba, quien permanecía en la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica Valle del Lilli, en Cali. Complicaciones en varios órganos del cuerpo truncaron la promisoria carrera de este atacante de 24 años. Su sepelio se realizó al día siguiente en horas de la tarde hacia Palmira (su pueblo de origen) con la presencia de jugadores y directivos del balompié colombiano, que desde los diferentes clubes enviaron mensajes de solidaridad a los familiares de Córdoba. Sin duda, fue de los capítulos más tristes de la última década en el fútbol colombiano.

Autor: Darío Olaya Serna.