El Baloncesto en los JJ.OO de Barcelona 92’

Si hablamos del baloncesto (basketball) en los Juego Olímpicos de Barcelona 1992 tenemos que hablar del ‘Dream Team’, nombre con el que se apodaba al combinado estadounidense. El equipo norteamericano era, como su nombre bien indica, el equipo de los sueños. Era una colección de talentos con un nivel muy por encima del de sus contrincantes, y una de las pruebas fue que su entrenador, Chuck Daly, no pidió un solo tiempo muerto durante toda la competición. Los JJ.OO de Barcelona fueron considerados como uno de los mejores que se habían disputado hasta ese momento y mucho tuvo que ver el espectáculo ofrecido por el equipo de baloncesto de USA.

Era la primera vez que unos Juegos Olímpicos permitían la participación de atletas profesionales. Por ello, Estados Unidos pudo, por primera vez, apostar por la NBA y llevar a jugadores que jugaban en ella a un campeonato de esas características. La polémica surgió cuando Christian Laettner, premiado como el jugador universitario más destacado del año, le ganó la partida a Shaquille O'Neal, quien por aquella época era el número de uno de draft.

Los equipos que acudieron a los Juegos fueron: USA, Croacia, Brasil, Alemania, Angola, España, CIS. (Comunidad de Estados Independientes, actual Rusia), Lituania, Australia, Puerto Rico, Venezuela y China. El campeonato se dividió en dos grupos, un Grupo A, en el que USA, Croacia, Brasil y Alemania se clasificaron para la fase eliminatoria y un Grupo B donde CIS, Lituania, Australia y Puerto Rico fueron los mejores. USA fue el gran equipo del grupo A, ganando los 5 partidos que disputó con diferencias en el marcador que solían superar los 40 puntos. En el grupo B la CIS y Lituania fueron los líderes de la tabla.

En la fase eliminatoria, USA siguió demostrando su superioridad con jugadores como Michael Jordan, Larry Bird o Scottie Pippen, llegando sin problemas hasta la gran final. La CIS entró en cuartos tras vencer al combinado germano, pero en la siguiente fase cayó por un solo punto frente a Croacia, equipo que acompañaría a USA en la final.

En la final, USA se hizo con la medalla de oro venciendo por 117-85 a los croatas, a los cuales ya habían vencido en la fase de grupos. La medalla de bronce se la llevó Lituania, que contaba con Arvydas Sabonis entre sus filas, jugador que militó en el Real Madrid español y en los Portland Trail Blazers de la NBA.

Como se ha indicado anteriormente, estos juegos, en lo que a baloncesto se refiere, destacaron por la participación de jugadores de la NBA, quienes ofrecieron un espectáculo que será recordado toda la vida. Los partidos se jugaban en el Palau Municipal d'Esports de Badalona, actual casa del Club Joventut de Badalona, equipo de baloncesto que milita en la ACB española.

J.H. Grondona, Andrés Ducatenzeiler, Ramiro Sánchez Ordóñez y los judíos

En el año 2003, tras un "sospechoso" campeonato Clausura 2002 ganado por Independiente y celebrado en un partido contra San Lorenzo de Almagro en el estadio del club azulgrana de Bajo Flores con vuelta olímpica y todo, además de ser en plena época en la cual TyC Sports aún tenia los derechos de transmisión de los partidos de fútbol de los campeonatos de la AFA. Por aquel momento había un programa con un perfil bastante informal y descontracturado llamado "El Sello" en la señal antes nombrada, conducido por el periodista rosarino Ramiro Sánchez Ordóñez, en el cual asado mediante Julio Humberto "il padrino" Grondona tuvo una reprochable actitud hacia la comunidad judía en Argentina (sin olvidar el precedente que sentaron los atentados perpetrados a la embajada israelí en 1992 y la AMIA en 1994).
Abajo, los dejamos con un artículo de aquella fecha (circa Noviembre de 2003) con todos los pormenores detallados.

"Será que como soy judío, para él no existo"

Andrés Ducatenzeiler, presidente de Independiente, y otra vuelta de tuerca en la cabeza de don Julio.

En un artículo publicado hace algo más de cuatro meses, "Río Negro" se hacía esta pregunta: "¿Qué pensará Julio Grondona de que Independiente, el club de sus amores, es manejado por Andrés Ducatenzeiler y Daniel Grinbank? La pregunta, mitad elíptica, mitad retórica, intentaba reflexionar sobre los dichos lanzados por don Julio en un programa de tevé, aquel derrape verbal de que "a los judíos no les gustan los trabajos difíciles".

Terminó el invierno, don Julio fue reelecto por sexta vez y Ducatenzeiler también se hizo la misma pregunta-reflexión. "Y bueno, será que como soy un dirigente judío, para él no existo...", carraspeó ayer tras el entrenamiento de Independiente. Grondona había dicho la semana anterior que el club de Avellaneda sufría un vacío dirigencial. "No hay respeto por la institución... ¿De qué se nos acusa? ¿De perder 5 partidos? No, qué vamos a hablar con la AFA. Si con los contratos de TV estamos de rodillas...", agregó Ducatenzeiler con fastidio.

Aquel pincelazo de xenofobia, don Julio lo había trazado durante un almuerzo en el programa 'El Sello' que emitió TyC Sports el 5 de julio de este año. De inmediato fue denunciado por sus dichos antisemitas y debió pedir disculpas públicamente. El tema, en la superficie, se licuó con el tiempo. Pero siguió latiendo de manera subrepticia. El programa fue levantado de la pantalla pese a que era uno de los mejor logrados del canal, uno de los que más rating conseguía y uno de los que más repercusión despertaba. Nadie de la señal deportiva le explicó con claridad a la audiencia -su mayor capital- por qué 'El Sello' dejaba de salir.

Ramiro Sánchez Ordoñez, su conductor, desapareció de la pantalla. Hoy (2003) cobra el sueldo de TyC Sports -que pertenece en iguales partes a Torneos y Competencias y al grupo Clarín- pero sólo ocupa una silla en algún estudio. Cuando se compaginó y editó el asado con Grondona, Sánchez Ordoñez fue autorizado a incluir las frases de la discordia. Nadie esperaba el efecto posterior. Una fuente del canal reveló a 'Río Negro' que el programa volvería a la pantalla durante el verano, aunque más edulcorado. La pregunta surge, insoslayable: ¿Quién ordenó que 'El Sello' se levantara del aire? Consultado hace unas semanas, Grondona se desligó del tema, señalando además que el programa le encantaba y que estaba "muy bien conducido". Por lo general, Julio aclara para que oscurezca.

Dos fuentes del canal aseguran que la presión que se ejerció desde el edificio de la calle Viamonte fue tal que las autoridades del canal habrían decidido, al menos por un tiempo, sacrificar a uno de sus mejores productos.

"Tras ese episodio -relata un periodista que pide reserva-, el gerente general del canal organizó una reunión con la jerarquía mayor y los periodistas más renombrados". En ella reforzó algunos conceptos tan rígidos como los cimientos del edificio de la calle San Juan: "Somos socios en el negocio del fútbol. Se habla, se comenta, pero no se critica".

TyC y Clarín son socios de Julio Grondona en el mundo de la pelota desde 1991. Los vincula un contrato que todavía tiene 11 años por delante (rescindido a mediados de 2009) y muchos millones por generar y ganar. Esa unión comercial es la que alimentó de dinero a los clubes, pero es también la que -Ducatenzeiler dixit- "los puso de rodillas". Pero no sólo el fútbol abdicó ante el altar de TyC. Ese contrato -y su enorme significancia- explica también en buena medida las razones por las que la prensa deportiva argentina no utiliza cámaras ocultas, no ilumina las miserias, no investiga enriquecimientos ilícitos y contratos leoninos. Si la prensa nativa atraviesa una crisis de identidad, la deportiva, salvo honrosas excepciones, ni siquiera tiene identidad. Cabalga sobre un oscuro y pegajoso terreno cuyo humus oscila entre el amarillismo y la banalidad. Es una suerte de babosa que repta por la superficie del sistema, incapaz de hundirse en sus entrañas. El sistema lo explica: es su razón y su sustento. Su Titanic pero también su iceberg. Su grandeza y su gangrena.

Fuente: Diario Río Negro.

La copa que se robó un argentino

Anterior a la Copa del mundo que conocemos como tal, los países se disputaban otro trofeo: la Copa Jules Rimet, un "galardón" mucho más pinton que el actual, llamado así gracias a la labor de Rimet a la hora de organizar el primer mundial, allá a lo lejos, hace 80 años.
La copa, que finalmente fue "ganada" por Brasil, cumpliendo el objetivo de la misma (ganar tres veces el mundial para obtener el trofeo) tiene muchísimas historias encima.
Antes que nada, cabe destacar que sobrevivió como tal aun pasando una guerra, protegida por el doctor italiano Ottorino Barassi, vicepresidente de la FIFA, que la escondió en una caja de zapatos debajo de su cama durante la Segunda Guerra Mundial para impedir que cayese en manos de las tropas de ocupación.
También sufrió un robo. Una vergüenza que parecería irónica, contando que la padecieron los británicos cuando allá en 1966 el trofeo desapareció mientras se exhibía como parte de los preparativos de la Copa Mundial disputada en Inglaterra y, finalmente, fue recuperado por un perrito llamado Pickles, que lo encontró enterrado bajo un árbol. Un perro que se volvió héroe nacional, salvándole las papas a Scotland Yard.
Pero bueno, y aquí lo importante, la copa mantiene un mito respecto a su nuevo robo. Si, fue afanada nuevamente pero esta vez no volvió a aparecer. Resulta ser que, desde 1970, momento que en que Brasil se lleva la presea para su país, dormito fielmente en las instalaciones de la Confederación Brasileña hasta que en 1983, un grupo de delincuentes la hurto nuevamente.
El robo había sido planeado en el bar Santo Cristo, una zona portuaria de Río, donde un gerente de banco, Antonio Pereira Alves solía compartir las mesas de póker y cachaca con un reputado manipulador de cajas fuertes, Antonio Setta. Pereira también frecuentaba la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) donde advirtió que la vidriera donde se exhibía el trofeo era un bocado fácil para un experto como Setta. Este ultimo es uno de los personajes más curiosos de la historia (del otro ya se enteraran en un párrafo o dos) un ladrón sentimentaloide que, según él mismo contó a la prensa, no quiso saber nada por razones de amor propio: la copa le traía recuerdos imborrables como simpatizante y como persona, ya que su hermano había muerto de un paro cardíaco en 1970, viendo la final de la copa por televisión”.
Pero el hurto era una tentación y aceptaron José Luiz Vieira, alias “Bigote” y Francisco Rocha, el Barba.
Dicen, cuentan por ahí, que el problema de estos delincuentes se dio cuando se buscó dar un destino al trofeo de 49 centímetros y casi dos kilos de oro. Ahí fue cuando entró en escena, cuando no, un argentino en el asunto.
De nombre Carlos Hernández, el mayor vendedor de oro robado de Brasil en esos años, según cuentan las crónicas de la fecha. Aunque no se le comprobó nada, un abogado que llegó a indagarlo dice que nunca se olvidará de la sonrisa de Hernández cuando le dijo que "para los brasileños era una bofetada que un argentino haya convertido a la copa en lingotes de oro". Esa sonrisita lo sentenció para toda la "popular" brasileña.
Lo curioso del caso es que ambos ladrones brasileros, fueron puestos en prisión, y terminaron en la miseria absoluta, pero el argento logro escaparse, continúa su vida y nunca se supo el verdadero paradero de la mismísima copa: Si fue derretida y hecha lingotes de oro, si la tiene alguien escondida...
Lo cierto es que cada cuatro años, la mirada brasileña apunta y recuerda que su esfuerzo fue consumido por un pícaro argentino...

Autor: Darío Maiorano. En simultáneo con: Licenciosos.

Bogotá en canción

Andrés Ospina*

Un incompleto listado para demostrar que las canciones sobre Bogotá son más que gatas golosas, cucaracheros y filipichines. También las hay a ritmo de rock. Triste es, cuando se necesita mostrar televisivas imágenes de la Bogotá antigua, los editores, productores y encargados de archivo en noticieros, magazines y demás programaciones de índole cultural e incultural, sean por lo general cortos de inventiva.
Y que no tengan ideas diferentes a acompañarlas con los muy manidos compases de La Gata Golosa, o de Los Cucaracheros, o de Los Filipichines (a la que muchos prefieren llamar “la de Don Chinche”, así como a su propia y precaria vez se refieren a Paint it Black como “la de Misión del Deber”). Nada en contra del maestro Fulgencio García o de Ema Perea de la Cruz, o de Jagger y Richards. Lo cierto es que, pese lo poco que los editores, productores y encargados de archivo saben al respecto, Bogotá ha inspirado a compositores, locales y no tanto, para hacer canciones de muchas especies, cualidades, calidades y naturalezas.
De tal suerte que como una contribución al repertorio de fondos musicales para una ciudad, hablaré de 6 obras de rock en donde la capital está presente.

Después de todo, si The Clash pudo cantarle al London Calling y Fito Páez a la Ciudad de pobres corazones… ¿qué hay de malo en hacer lo propio… y lo impropio en Bogotá?

El blues del bus (Banda Nueva): Imagino que aquella Bogotá de 1973 tenía mucho de distinto a la que hoy caminamos. Porque pertenezco al grupo de quienes creen que, sin olvidar las legítimas diferencias que podamos tener con la egolatría megalómana mockusiana o el modelo efectista peñalosístico, o con el desdén con el que Garzón parece tratar las gestiones de sus antecesores, hay considerables avances en el ramo de civismo y demás. Me detengo una vez más para no sonar a demagogo. Una composición que ajusta más de 33 años de vida (cifra cabalística en opinión de algunos), es un retrato muy vigente de las anecdóticas miserias experimentadas por quienes sufren la desgracia de verse a avocados a hacer diario uso de los autobuses de público servicio.
La canción fue escrita por Jaime Córdoba, baterista de la agrupación y una de las instituciones de la música publicitaria en el país. Es una improvisación a partir de un clásico esquema de blues aclimatado en la fría capital colombiana.
Vigentes siguen las sentencias de entonces, muy a pesar del mesianismo que se pretende imputar a los Mercedes rojos que “han mejorado el sistema circulatorio y respiratorio de Bogotá”.

“Tienes que hacerles muchas señas
y de pronto hasta te empacaran,
como sardinas enlatadas
al montar en un bus en Bogotá”

“Si les parece se detienen,
cuatro cuadras más allá,
y si te subes sin monedas
es probable hasta que te hagan bajar…
y este es el principio de montar en un bus en Bogotá”.

¿Quién dijo que todo ha cambiado?

La calle (Compañía Ilimitada): Casi 2 décadas después de su apogeo transitorio sigo sosteniendo que Juan Pulido y Camilo Jaramillo (léase Juancho y Pyyo) son uno de los más subestimados ensambles en la incipiente historia del pop-rock hecho en Colombia.
Si Shakira, Juanes o Cabas fueron escogidos por el dios de la fama y el dinero para volcar sobre ellos sus inmerecidas bendiciones, claro está que el éxito en materia musical, así como en casi todos los ámbitos vitales, no siempre va en proporción a la calidad o al mérito, y sí con mucha frecuencia en sentido opuesto.
Con esto imagino voy a ser decapitado por el ejército de patrioteros. Así que otra vez me abstengo de seguir, anotando no obstante que las caderas no se hicieron para cantar. ¿O sí?
El caso es que Juancho es un compositor talentoso y Pyyo un buen letrista. Y aunque sé que muchos se opondrán de forma vertical y obstinada a este post, insisto en que merecen un lugar prominente cuando alguien concrete la aún etérea idea de escribir la crónica de nuestro rock. La calle es una vívida descripción de esa Bogotá de los 80'. La Bogotá de bares y cafés y vitrinas y heladerías y almacenes. Para mí La Calle no es una calle. Es más bien la carrera 15, eso sí, entre calles 85 y 100, entre 1986 y 1990. Supongo que para otros será la avenida 1º de Mayo con sus bares y luces en neón, y para otros la Boyacá. Esas licencias imaginativas que permite la magia de la música.
Todavía me invade un extraño entusiasmo al oír las motivantes frases de sus líricas, bien simples:

“Toma tu walkman
ponte en camino,
déjate llevar,
que la calle será tu amigo,
el sedante de tu soledad (…)

En la calle
algo bueno va pasar.
Ven, sale a la calle
sal a caminar”.

Bajo el sol de Bogotá (León Gieco): Lo curioso de este talentoso y diverso talento, procedente de Cañada Rosquin, en Argentina, es que gracias a sus incursiones en diversos géneros se ha granjeado el respeto de heterogéneos públicos. Buen folclorista, músico folk (entendiendo folk, como música folk y no como folklore, of course), y uno de los padres del rock argentino. Recuerdo haberle seguido alguna vez hasta el Hotel Tequendama, en donde alojado estaba durante alguna de sus musicales correrías por la ciudad, con el idolatra objetivo de pedirle un autógrafo y regalarle una cinta en donde había algunas de mis malas creaciones registrada. Fue tan amable…
Pero en lo tocante al bogotano caso cuenta la urbana leyenda que Raúl Alberto Antonio Gieco fue durante meses residente de nuestros céntricos barrios. Que estableció su teatro de operaciones en La Candelaria. Algo de eso quedó en dos cortes presentes en un trabajo denominado Pensar en nada. Uno es la Cumbia de ciudad. El otro es el que nos convoca. Es una canción corta. Con dificultad supera los 2 minutos. Tiene un coro y un par de estrofas, impregnadas de sabor a avenida Jiménez y a San Victorino, y a aquel “mercado de 10 mil cosas a la vez” cuando “se transa el tiempo en las calles”. Eso sin olvidar la invitación a dejar que el gamín “te tumbe un poco de lo que traes”. Toda una maestra obra.


Río Bogotá (Sociedad Anónima): Carlos Posada es Sociedad Anónima. De manera similar a como Saúl Hernández es Caifanes y Jaguares, o a como Jorge Velosa es Los Carrangueros de Ráquira, o a como Jay Kay es Jamiroquai. Hay dos álbumes de Sociedad Anónima. El primero, publicado, se llama El álbum de menor venta en la historia del disco. El segundo, inédito, se llama El segundo álbum de menor venta en la historia del disco. Ingenioso ¿No?.
Es que las líricas de la anónima sociedad de Posada tienen un componente que se mueve entre lo cómico y lo cáustico. De ello da fe Los porcinos, una vengativa mofa a una horda de chismosos oriundos de la Villa de Leyva, escrita en honor a los correveidiles de turno, quienes acostumbraban divulgar las mal vistas aventuras de Posada, hijo de un hacendado de la región.
Río Bogotá es una denuncia acerca de la forma como nuestro mayor afluente local ha venido viéndose invadido por un sinfín de fétidas y malsanas materias químicas procedentes de las industrias de curtiembres, abonos, fumigantes, y fábricas de polímeros y demás porquerías.

“Nos fuimos a bañar un día, al Río Bogotá
mi novia me tenía aburrido porque se quería bañar,
nos fuimos con unos amigos al lugar,
y cuál fue la sorpresa al encontrar aquel barrial…
Todo el mundo bota las basuras al Río Bogotá…”

Esto no es Madrid (Hotel Regina y la Orquesta Sinfónica de Chapinero): Es, de entrada, una buena parodia a El loco de la calle, de El Último de la Fila. Tal vez de difícil digestión en principio, Esto no es Madrid, compara mediante simples ejemplos las condiciones de una capital “en vía de desarrollo”, como Bogotá, con la presunta magia del Primer Mundo.
Tiene algo de punk. Para mí es evidente que se trata de una muy buena broma, aunque bien sé que nunca faltan quienes no entienden las bromas, por evidentes que sean.
Troller y Arias han hecho grandes cosas y esta es una.

“Fui por un Picasso,
y me dieron un Botero,
quise ver la de Almodóvar
y me dieron Nieto Roa”

¿Algo más elocuente?

El excusado (Distrito Especial): Antes de ser Distrito, y antes de no ser, de haber dejado de ser, Distrito se llamaba Distrito Especial. Antes de que la nacional y reconstituyente asamblea decidiera llamarnos Santafé y D.C., y demás… Antes de que volviéramos, por fortuna, a ser Bogotá.
D.E. Mentes, primer y único larga duración cobijado por este concepto hizo de Bogotá su protagonista e inspiración. Tal vez por esto, de entrada, se plantea la eterna pregunta ¿Dónde estás Bogotá? Tal vez por esto las ondas se fugan al acueducto local. Tal vez por eso se habla del CAI Policía y del falso Krishna en el Hare-Quipe. Pero es en "El excusado", en donde, de más acertada forma se sintetiza el verdadero espíritu bogotano. Es la historia de un hombre cuya costumbre es responsabilizar a la suerte de sus vejaciones y padecimientos, sin consideración alguna. Refleja, palabra por palabra, el espíritu de tantos, tantos bernabés bernales y simeones torrentes…

“Puse un negocio en Chapinero,
pero un gamín me lo incendió,
los del seguro se burlaron
su póliza ya se venció” (…)

Por fin murió mi tía rica,
dejándome su dineral,
por no gastarlo fui y lo puse…
en la Caja Vocacional”.

El listado no termina porque dicho desde el principio, es a sabiendas incompleto. Así queda abierto el espacio para insultos, comentarios, sugerencias y adiciones.

* Autor de El Blogotazo, blog del diario El Tiempo de Colombia.

Apodos parte IX: Equipos colombianos II


Deportivo Rionegro: Los Leones del Oriente. Ubicados en el oriente antioqueño y en su escudo figura un león (es idéntico al logo de Peugeot, al fin y al cabo).
Academía F.C.: Los Mandarinas. Porque Compensar, empresa de la salud dueña del equipo, es de color naranja claro.
Bogotá F.C.: Los Leones capitalinos. Poseen un león en su escudo y son originarios de la capital del país, Bogotá.
Unión Magdalena: El Ciclón Bananero. En su estadio, Eduardo Santos, sopla un fuerte viento y el departamento de Magdalena, al cual representa, es productor de banano. Y ciclón debido a que adopta los colores de San Lorenzo de Almagro.
Atlético Bucaramanga: El equipo canario. Por el color verde y amarillo de su uniforme, aunque también le dicen los leopardos, por el felino que aparece en su escudo.
Centauros: El equipo de la media Colombia, porque el departamento del Meta se encuentra en el centro geográfico del país. Son locales en la ciudad de Villavicencio.
Cortuluá: El equipo corazón, por estar ubicado en el corazón del departamento del Valle del Cauca, en la ciudad de Tuluá y tener un corazón en su escudo.
Itagüí Ditaires: Las aguilas doradas, por la presencia de las aves en la ciudad y el color dorado de la camiseta.
Expreso Rojo: El equipo salinero, por estar ubicado en la ciudad de Zipaquirá, la cual tiene una catedral al interior de una mina de sal subterránea.
Valledupar F.C.: el equipo vallenato, por ser de la ciudad cuna de ese ritmo musical, ubicada en el Departamento de Cesar.
Real Santander: el blanco-blanco, por el color de su uniforme.
Barranquilla F.C.: es el equipo ñero, en la ciudad, los jovenes en confianza se dicen "ñeros" y el Barranquilla se caracteriza por tener jugadores jóvenes.

Autor: Andrés Castro.

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