El olímpico Coll

Una verdadera leyenda colombiana fue Marcos Coll, un volante barranquillero (hijo de Elías Coll, árbitro que pitó el primer partido de fútbol profesional en Colombia) donde comenzó profesionalmente en la llamada época del “dorado” (época donde abundaban los extranjeros y en especial los argentinos que venían de huelga de su país a Colombia) en el desaparecido Sporting de Barranquilla, después de que saliera campeón en la liga de fútbol del Atlántico entre colegios. Pasó fugazmente por el Deportivo Independiente Medellín (solo jugó un partido), y jugaría en el Deportes Tolima donde más partidos disputó (222 encuentros), entre 1956 a 1959, y 1965 a 1969. De resto jugó en Bucaramanga, América de Cali y el Junior de Barranquilla donde se retiraría.
Seguramente dirán que su historial de Coll no es tan espectacular (ni siquiera jugó en el exterior), pero le valió llegar a la Selección Colombia que disputaría su primer mundial de la historia en Chile de 1962 dirigida por Adolfo Pedernera. Colombia quedó eliminada en primera ronda junto a Uruguay, pero realizaría el partido histórico en la tarde del 3 de junio en el pequeño puerto de Arica contra la Unión Soviética, donde tuvo un comienzo catastrófico recibiendo 3 goles entre el minuto 8 y 11 de la primera parte. 10 minutos después reaccionaría Colombia con un gol de Germán Aceros, pero los soviéticos aumentaron otra vez a 3 goles de ventaja. Al minuto 23 llegaría el momento histórico para Coll y su país, donde en un tiro de esquina cobra con pierna derecha, y a pesar de alguna complicidad entre el defensa y el arquero, la pelota pica y entra al fondo de la red, marcando el único gol olímpico en la historia de los mundiales, en especial marcándoselo a ni más ni menos que la legendaria araña negra Lev Yashin. Ese día cerró con broche de oro remontando su selección el partido a 4 goles, junto con la celebración de todo el estadio que apoyaron a los colombianos. Una anécdota final es que el uniforme de los soviéticos portaban las siglas CCCP (Союз Советских Социалистических Республик), que sacaron de chiste los colombianos para nombrar “Con Colombia Casi Perdemos”.
Por último les dejo este link del programa radial Café Caracol concediendo una entrevista, y abajo la imagen del gol olímpico a Lev Yashin.



Autor: Darío Serna.

Martin “The Jerk” Verkerk

verkerkMartin Verkerk es un tenista holandés ya retirado. Nació en Leiderdorp en 1978 y fue conocido por su gran estatura (195cm) y su gran revés, además de ser algo vago y poco comprometido en los entrenamientos. Posiblemente su mejor resultado fue llegar hasta la final de Roland Garros en 2003, donde cayó frente al español Juan Carlos Ferrero. Su nombre completo es Martin Willem Verkerk y empezó a jugar al tenis a la edad de 7 años con su padre Wim y su madre Bep. Podríamos destacar su gran servicio y su revés como los puntos fuertes de su juego, aunque también habría que matizar que su corpulencia ha sido negativa a la hora de conseguir títulos, ya que su movilidad no era muy buena. Verkerk no saltó a la fama del tenis hasta 2002, cuando ya tenía 24 años. Fue entonces cuando consiguió las victorias en los challengers (torneos menores que sirven para que los tenistas emergentes ganen puntos y alcancen las qualys de torneos más importantes) de Turín y Knoxville, y las finales en Dallas, Ulm y Waikoloa, lo que le situaba entre los 100 primeros del mundo por primera vez en su carrera.

Esto le permitió jugar los primeros torneos ATP, sacando buenos resultados en Indianapolis y Tokyo. Su mejor año fue sin duda el 2003. Posiblemente es cuando más se dio a conocer entre los aficionados al tenis, ganado en enero de 2003 el ATP de Milán, torneo indoor en pista dura. Para ello tuvo que vencer en la final a Yevgeny Kafelnikov en tres sets (6-4, 5-7 y 7-5). Tras este torneo y con la llegada de los campeonatos en tierra batida, una superficie que dominaba muy bien, Verkerk fue subiendo como la espuma en el ranking mundial, llegando a ser el 68 del mundo y haciendo un buen papel en el Tennis Masters Series de Roma, pero Kafelnikov se vengó de los sucedido en Milán y le echó en cuartos de final. Tras este torneo logró llegar hasta las semifinales en St. Poelten, siendo este el aperitivo antes de su consagración en Roland Garros, el templo del la tierra batida.

En el Abierto de Francia demostró su gran tenis sobre tierra batida. Verker consiguió llegar hasta la final dejando por el camino a tenistas de la talla del alemán Rainer Schuettler, el español Carlos Moyá (en un gran partido a 5 sets) y al argentino Guillermo “El Mago” Coria. En la final se tuvo que enfrentar a Juan Carlos Ferrero, tenista español que por aquellas fechas era el tercero del mundo. El jugador tulipán no ofreció mucha resistencia y Ferrero se llevó el Roland Garros de 2003 por 6-1, 6-3 y 6-2. Llegando a la final en Francia, Martin Verkerk se colocó el número 14 del ranking mundial, la mejor marca de su carrera.

A partir de este momento y cuando toda Holanda creía que Martin Verkerk se iba a proclamar como uno de los mejores tenistas del mundo, su nivel descendió mucho y buen ejemplo de ello fue que en 2004 cayó en la tercera ronda de su apuesta por Roland Garros frente a Hewitt, sin poder repetir la hazaña del año anterior. Solo consiguió un torneo antes de retirarse en 2008 y fue el Amersfoot, torneo que se juega en Holanda. Las lesiones también influyeron mucho en su retirada y a finales de 2008, a la edad de 30 años, decidió dejar la actividad profesiones, dándose cuenta de que su tenis no iba a estar al nivel requerido para la temporada de 2009. Se retiro ocupando el puesto 263 del ranking ATP.

Sumo: un deporte de peso

"Sus cultores son moles de que pesan mas de 150 kilogramos, las aficionadas japonesas se vuelven locas por ellos y la Argentina ya cuenta con algunas figuras (1997)".

El samoano Koyo Musashimaru mide 1,90 metros y pesa 196 kilogramos y en este instante existe una sola meta en su mente: expulsar a sur rival -una mole tan grande como él- del círculo que van a compartir por unos pocos segundos en la final de un torneo de sumo en Tokio. Todo Japón (espectadores en un estadio colmado y millones de televidentes) está pendiente de sus movimientos. 7 segundos de empujones le bastan a Musashimaru para alcanzar la victoria y consolidar su lugar entre los 5 mejores luchadores del deporte nacional de los nipones.
No es la única estrella extranjera de la disciplina. El hawaiano Taro Akebono (más de 2 metros de altura y 231 kilogramos) consiguió el título de yokozuna -gran campeón-, mientras que su compatriota Konishiki (275 kilogramos) se consagró como ozeki -segundo en el escalafón de los campeones- y también se hizo famoso por casarse con la top model Sumika Shioda. ¿Qué tienen estos mastodontes gordinflones de sexy? Quizá nada para los ojos de las mujeres occidentales, pero para las orientales (especialmente las de Japón) representan el ideal masculino. Por eso siempre aparecen rodeados de bellas mujeres, filman cortos publicitarios y encima ganan sumas millonarias.
Hakkeyo y: El término "su" significa "camarada" y "mo", "golpe". La lucha entre los 2 "sumotoris" -como se conoce a los contendientes- tiene lugar en el "dohyo", círculo de arena de 4,55 metros de diámetro que se levanta a 50 centímetros del suelo. 20 bolsas (hechas de tallo de arroz) llenas de tierra forman el lecho del círculo. Antes de empezar la lucha cada uno de los sumotoris arroja varios puñados de sal sobre el dohyo para purificarse y una vez en él, ambos ejecutan el "chiri" o "kiru", ceremonia que consiste en ponerse en cuclilas y extender los brazos para confirmar que no llevan ningún arma. La competencia comienza a la indicación de "hakkeyo y" por parte de un árbitro que viste kimono y sostiene en la mano un abanico ritual. La advertencia siempre es la misma: quién golpee con el puño o con el pie o insulte al rival será eliminado. El combate termina cuando uno de los luchadores es sacado del círculo o arrojado al suelo. A pesar de que la acción dura generalmente entre 2 y 60 segundos, el sumo es en el Japón un espectáculo deportivo de gran emoción y enorme popularidad. Hasta el punto de que no hay nada más difícil que conseguir un asiento en la primera fila del Salón de "Kokugikan" (el principal estadio de sumo) en el día de cierre de un torneo. Si no pudo obtener entradas, no importa. Todavía está la televisión para ver cada escena retransmitida hasta el hartazgo y salseada con los sesudos comentarios de especialistas.
Lucha de dioses: "Comprender el sumo es comprender la cultura japonesa", afirma el escritor Kazutoshi Hando. Sin embargo este deporte surgió en Mongolia, donde todavía es muy popular. A diferencia de sus equivalentes mongol, chino y coreano, el japonés siempre se celebra en un dohyo, sitio en el cual el hombre está simbólicamente unido al cielo y la tierra. Según una leyenda, su origen se remonta a la lucha que protagonizaron 2 dioses para decidir la propiedad sobre una región. Al margen de las fábulas, se cree que el sumo existe desde hace más de 1400 años, pero sólo a mediados de siglo XVIII adquirió su forma moderna.
En sus comienzos, además de ser una justa deportiva, era una importante ceremonia que el emperador organizaba para desear una buena cosecha a todos los presentes. Aunque los tiempos han cambiado, se mantiene la costumbre de rezar una oración con ese propósito y la ofrenda de alimentos sigue siendo la misma: nueces, castañas, arroz, calamar seco y algas se purifican con sal y se entierran el el dohyo, en un pozo de 15 centímetros de profundidad. Después allí se vierte sake (bebida alcohólica obtenida por fermentación del arroz) y se pide a los dioses que protejan a los luchadores de sufrir heridas.
Otro ritual que ha sobrevivido a los siglos se desarrolla al comienzo de cada torneo: los sumotoris de alta categoría se presentan llevando unos delantales multicolores llamados "keshomawashi". Se ponen de pie alrededor del dohyo y el yokozuna ejecuta un ritual estilizado que muestra la fuerza de los luchadores y el sentido del juego limpio. Sólo quienes hayan llegado a dominar los waza -las 70 técnicas de combate- pueden aspirar al peldaño más elevado en la escalera del sumo, el de yokozuna. Siguen en orden los grados de "ozeki, sekiwake, komusubi y maegashira".
Hoshi Tango y Hoshi Andes: Según la revista "Look Japan", 66 % de los representantes de la categoría "ozeki" son extranjeros. El argentino Marcelo Imach (alias Hoshi Tango o Estrella del Tango) es uno de ellos. En marzo de 1987 se convirtió en el primer sumotori occidental. Él y José Suárez (Hoshi Andes) aprendieron los rudimentos del deporte en dohyos nacionales y hoy (1997) triunfan en las ligas mayores del sumo profesional del Japón, donde están radicados desde hace una década (1997). Cuando era guardavidas de la Asociación Cristiana de Jóvenes, Imach pesaba 90 kilogramos y se acercó al sumo por curiosidad. Al principio le daba vergüenza presentarse ante el público argentino vestido sólo con el "mawashi", una especie de taparrabos. Sin el pudor de antaño, Imach es uno de los luchadores más respetados de las grandes ligas en Tokio, gana 7000 dólares mensuales y piensa quedarse a vivir en Japón. Sus 90 kilogramos originales se han transformado en 165 gracias al "chankonabe", un guiso tradicional hecho con carne, pescado, legumbres y harina de soja que les garantiza a los sumotoris 10000 calorias cuando les hacen falta. Para mantener ese peso (existen 4 categorías: hasta 85 kilos, entre 86 y 115, más de 115 y libre peso) sin que sea riesgoso para la salud, estos atletas se someten a duras rutinas de entrenamiento.
Los aprendices se levantan a las 4:00 A.M. y después de barrer el dohyo practican intensos ejercicios para desarrollar rapidez, agilidad y soltura. "Las consignas para ser un buen luchador son entrenarse, comer y descansar mucho. Un cuerpo grande y pesado no sirve si no se tiene fuerza y velocidad", explica Hideki Soma, director ejecutivo de la Federación Internacional de Sumo, presidente de la Federación Argentina de Sumo, profesor y séptimo Dan de judo. Soma llegó al país en 1971 contratado por el Comité Olímpico Argentino para que entrenara a los seleccionados de judo; le gustó Argentina y se quedó: hoy entrena a los más de 70 sumotoris, de entre 7 y 40 años, que practican el deporte de sus ancestros desde hace más de una década (1997). Soma, junto a los profesores Nakamura y Matsushita, organizó en 1980 la primera exhibición de sumo que se hizo en Argentina, en el Club Universitario de Buenos Aires (C.U.B.A.). Hasta entonces los inmigrantes japoneses practicaban entre ellos, pero no se habían preocupado por difundir el deporte. En 1982 se creó la Federación Argentina de Sumo, se instaló un dohyo provisorio en el Jardín Japonés (Capital Federal) y se realizó un torneo conmemorando el cumpleaños del entonces emperador Hirohito.
La Federación Internacional cuanta con 72 países afiliados (a 1997) y es la organizadora de la Copa Mundial por la que compiten una treintena de naciones cada diciembre en Tokio. Hace unas semanas (fines de 1996) se celebró su 5º edición y la Argentina -representada por Edgardo José Matos, Jorge Charello, Gabriel Wakita y Leonel Borgiali- participó en distintas categorías, pero su desempeño fue malo.
A pesar de este campeonato y otro 6 torneos anuales, el sumo todavía no alcanzó estatus olímpico. Japón, Estados Unidos, Mongolia y Brasil son siempre los principales animadores de los mundiales y en una segunda línea están Alemania, Rusia, Sudáfrica y la Argentina, que quedó novena en el mundial por equipos de 1995. Además, Juán Manuel Matsubara fue subcampeón mundial de la categoría hasta 85 kilogramos en 1993 y Jorge Charello en la de hasta 115 kilos en 1994.

Debajo, la nota original de Enero de 1997 de la Revista Nueva:


Cómo se dice "lobo" en japonés: Copa Sanwa Bank 1994

El campeón de la Copa Centenario tenia el deber de representar al país en la prestigiosa (e inexistente cuatro años después) Copa Sanwa Bank, que enfrentaría al mas reciente campeón copero (?) de Argentina, al campeón japonés.
La nueva copa llevaba ese nombre de la institución bancaria, hoy en día conocida como Bank of Tokio-Mitsubishi UFJ por que ellos pondrían el dinerito que el campeón y el finalista se llevarían (300.000 dólares para el vencedor, 100.000 menos para el perdedor) y el formato, de haberse continuado, invitaba a cuatro federaciones nacionales (Brasileña, Sueca y Norteamericana) cada una por cuatro años.
Nuestro Gimnasia y Esgrima La Plata (???) que se tomó en serio la competencia, jugo un 26 de Febrero de 1994, en Tokio, un partido contra el campeón japonés Verdy Kawasaki.
Pensándolo de esta forma, el Lobo pudo darse el lujo de admitir que ha conocido el roce internacional y ha viajado a Japón alguna vez, situación que muchos clubes argentos desconocen hasta ahora.
El partido fue un empate 2-2 y por penales el team japonés venció por 4-2, quedando esta copa en el olvido inmediato.
Demás esta decir que las siguientes tres versiones de esta "copa" se desarrollaron con total normalidad: El Campeón brasilero 1994, Gremio de Porto Alegre la consiguió conquistando por dos tantos a uno, la Sanwa 1995, y al mismo rival que el año anterior Gimnasia no pudo derrotar.
A fines de febrero de 1996, la copa Sanwa enfrentó al campeón sueco, el IFK Goteborg, con el Yokohama Marinos. El partido fue tuvo tablas nuevamente y se definió en una ronda de penales, que acabaron 5-3 para el cuadro europeo.
La última edición, 1997: se jugó un 2 de marzo en el olímpico de Tokio: El segundo de la liga japonesa del 96', el Nagoya Grampus (atenti, ya desistían hasta los nipones) enfrentó al campeón de la MLS 96': el DC United. Fue en este caso, un claro triunfo de la escuadra nipona por 3 a 1.
De haberse jugado en 1998, un representante argentino debía asistir. El Banco Sanwa entro en la famosa crisis asiática del 97´; el marco de la copa era prácticamente inexistente y el dinero que seducía a los teams a viajar ya no existía.
Otra copa dejo de existir...



Autor: Darío Maiorano.

El "lobo" del centenario: Copa Centenario 1993

En 1993 a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se le ocurrió la organización de un torneo denominado "Copa Centenario".
El chamuyo justificante: el primer centenario de la creación de la Argentine Association Football League.
La idea en definitiva era un desarrollo similar al que poseían las copas nacionales de muchos de los países de Europa (Copa del Rey, FA Cup, o Copa Italia) solo que la exclusividad de la participación fue de hecho, para los equipos que ese año pertenecían a la Primera División (18 clubes, exceptuando a Talleres (Cba) y San Martín (Tuc) que habían descendido días antes de comenzar dicho torneo).
Así la AFA diagramó un sistema un poquito (muy) engorroso de eliminación doble (ronda de ganadores y perdedores), con muchos clásicos en la primera fase y varias desprolijidades en las instancias siguientes. Un proyecto inicial que pretendía cubrir el hueco sin fútbol que en ese julio de 1993 había quedado entre un campeonato y el otro, pero que logro que el torneo se prolongara demasiado y recién culminara (por la insistencia de los clubes finalistas) el domingo 30 de enero de 1994 en una tórrida tarde.
Gimnasia y Esgrima puede darse el lujo de adjudicarse este único trofeo Centenario que se jugo por aquel entonces y hasta ahora.
Comenzó eliminando a su eterno rival platense, Estudiantes de La Plata, a quien le ganó 1-0 en el encuentro de ida con un gol de alguien que hoy por hoy, sigue sembrando trayectoria: Guillermo Barros Schelotto. En la vuelta, empato 0-0 y así obtuvo la llave para continuar. Siguió eliminando rivales (Newell's Old Boys [1-0], Argentinos Juniors [2-1] y a Belgrano de Córdoba [2-2] [4-3 por penales]), consagrándose triunfador de la ronda de ganadores.
Hasta el partido contra el equipo "Pirata", jugado el 7 de Agosto de 1993, en el que Gimnasia se impuso en la definición por penales por 4 a 3, la Dupla Técnica del equipo Tripero estuvo integrada por Carlos Ramaciotti y Edgardo Sbrissa.
En la Final, lo aguardaba River Plate, que había ganado la llave de perdedores y tenia un poco más de chapa histórica. De todas formas ese mote de grande a los de Núñez no le alcanzaría. Se disputó en el estadio Juan Carmelo Zerillo, propiedad del lobo platense, a quien le alcanzaba el empate para consagrarse campeón. El justificativo era más que obvio: era el victorioso de la ronda de ganadores. River para lograr el trofeo debía vencer a los platenses en dos oportunidades, pero ni en una pudo lograrlo. El conjunto de La Plata (dirigido en la final por Roberto Perfumo) venció por 3-1 y se alzó con esta Copa Centenario. El tercer puesto correspondió a Belgrano de Córdoba y cuarto finalizó San Lorenzo de Almagro. En total se jugaron 43 partidos.
Este galardón le dio la posibilidad a Gimnasia de viajar a Japón y disputar la Copa Sanwa Bank. Pero eso, será para la próxima...
Autor: Darío Maiorano.

El dia que la luna se tiño del Rojo

Uno de los misterios de la humanidad se esconde tras el hombre y su llegada a la luna. Hay gente que sostiene que no, que jamás, que el gran paso no fue un sueño cumplido de la humanidad, sino un fraude de tamaño magnanimo, el fraude más grande de la historia. Que las fotos son trucadas, que esta todo grabado en un desierto norteamericano, y por supuesto, lo mas obvio: Los rusos iban ganando la carrera espacial cómodamente, habian mandado perros, monos, hombres y mujeres al espacio mientras los yanquis solo lo tomaban la mamadera espacial.
Lo cierto es que detras de toda esta duda exorbitante, de este gran acontecimiento, mito o realidad; se esconde tambien otro mito: Según el astronauta estadounidense Neil Armstrong (socio número 80400 del Rojo), un banderín de Independiente fue la cábala oficial del Apollo XI.
Y asi parece que fue. Cuenta la historia que ese banderin llega a la NASA (solo imaginen a los de la NASA preguntandose donde carajo esta Argentina?) por iniciativa de Héctor Rodríguez, el por entonces secretario de Cultura y de Relaciones Públicas del club de Avellaneda. Nace y se desarrolla por una cuestion de simple logica: Si ellos serian los heroes mas grandes de la humanidad y pisarian suelo lunar por primera vez, no podian ser hinchas de otro club que aquel que en ese entonces ya llevaba tantos titulos a espaldas.
Ante la situacion de este loco loco viaje que no sabemos si realmente sucedio o no, a Rodriguez ademas se le ocurrio convertir en socios honorarios del Rojo a Armstrong, a Edwin Aldrin (Socio 80399) y a Michael Collins (Socio 80401). La idea, limadisima pero ligada a la histora que el club acontecia por entonces (las conquistas nacionales e internacionales) tuvo aceptación en el club y fueron firmados por Boris Lisnovsky, en ese entonces el tesorero del club. Se cuenta que los carnets, como los banderines y todo el conjunto deportivo del rojo para cada hijo varon de ambos tres astronautas, llego justo antes de la partida del Apolo XI, facilitandose todo a traves del contacto con la embajada norteamericana en nuestro pais.
Claro que el hecho de nunca oirse de la boca de ninguno de los astronautas, regenera la duda del mismisimo mito: Habra viajado el banderin, o se debio a simple devolucion de gentilezas?
Al respecto, para mayo de 1969, el mismisimo Armstrong agradeció el gesto por medio de una carta y expresó su deseo de “poder visitar Buenos Aires pronto y que las circunstancias me permitan aceptar su invitación de visitar el club”, esto ultimo, algo que sabemos, nunca llego a suceder.
Ese mismo año, y como parte de una gira mundial que "celebraba" la supuesta epopeya del pie en la luna, todos los astronautas visitaron Argentina y Rodríguez, aquel genio al que se le prendio la lamparita, fue invitado a participar en una recepción que se realizó en la embajada estadounidense. Cuentan que dicen que dijeron, que Armstrong, traductora por medio, le confeso a este fiel hincha del diablo que aquel banderin de la divisa colorada (cuyos colores bien podrian ser identificados con los sovieticos) había realizado todo el viaje a la Luna y les trajo suerte. Aunque nunca aclaro si la suerte se debia al viaje o a la mentira mundial que comenzaban a tejer entre todos...



Autor: Darío Maiorano.

Powered by Blogger