Desfile de modelos: "Pelo teñido, botines de colores, cintas nasales, vinchas y calzas: todo esto tiene que ver más con la moda que con el rendimiento deportivo".

Cuando Fred Gerkhe, estudiante de arte y miembro de Los Ángeles Rams, estampó un retorcido cuerno azulado en su casco, inauguró un capricho que se extendió a muchos otros jugadores de fútbol americano. La manía también ganó adeptos en motociclistas y automovilistas de competición, que se largaron a decorar sus cascos con toda clase de estilos pictóricos. Esta moda es una de las tantas que han surgiodo en los últimos tiempos, entre los deportistas que han convertido los estadios en verdaderas pasarelas: botines de colores, vinchas, bandas nasales, teñidos psicodélicos, calzas fosforescentes... muy pocas veces estas ocurrencias se relacionan con
el rendimiento atlético.

De peluquería: El basquetbolista Dennis Rodman fue un adelantado del deporte "fashion": se tatuó, usa aros y se tiñe el pelo "según el estado de ánimo". Al excéntrico Rodman le salieron imitadores por todos lados. Germán Burgos, tiene la lengua de los Stones tatuada en un hombro; el basquetbolista Leandro Palladino, el logo de Mano Negra - su banda preferida - grabado en la espalda, y el de la contratapa del disco Rey Azúcar de Los Fabulosos Cadillacs en una pantorrilla. Antonio "turco" Mohamed, en su paso fugaz por Boca popularizó las calzas multicolores debajo de los cortos. Finalmente la AFA reglamentó su uso, siempre y cuando fueran del mismo color que los pantalones. Quienes lucen este accesorio dicen que su adherencia contribuye a que los músculos del muslo alcancen la temperatura óptima para su actividad, y por lo tanto, prevendrían los desgarros. Mohamed, además, fue de los primeros en pintarse el pelo, ejemplo que siguió Martín Palermo en Estudiantes de La Plata, cuando pasó de castaño a rubio platinado. Ellos se animaron mucho antes que los jugadores de Rumania, quienes tiñeron sus mechas tras superar la primera ronda de Francia 1998 en cumplimiento de una promesa. Pero si hablamos de pioneros, no puede dejar de mencionarse al "loco" Gatti y sus (entonces) transgresores mechitas, el mismo berretín por los claritos que más tarde heredó Claudio Caniggia. Entre los tenistas, Marcelo Charpentier llama la atención por sus estridencias capilares. En 1997 se tiñó el pelo de fucsia para jugar en Roland Garros y de violeta para Wimbledon, peró dejó a todos sin habla en la Copa Davis por su pelambre celeste y blanca. No sólo el impone su estilo en el peinado, sino en la ropa con la que sale a la cancha, diseñada por él mismo. Andre Agassi es otro de los que revolucionó el deporte blanco con sus coloridas prendas y pañuelos para taparse la pelada (excepto en Wimbledon, donde vistió de punta en blanco por exigencias del reglamento). Guillermo Vilas empezó a usar vincha para contener su alborotada cabellera y una muñequera para secarse el sudor de la frente durante los partidos. Al poco tiempo, descubrió que sus accesorios de toalla podían ser un excelente medio para publicitar todo tipo de productos, desde cigarrillos hasta desodorantes. Como el tenis no gozaba de las actuales cotizaciones, las malas lenguas dicen que ganó más plata con la estática de su vincha que con los premios de los torneos.
Moda y tecnología: Francia 1998 desató una explosión arco iris en los botines. El volante holandés, Clarence Seedorf, calzó unos anaranjados muy coquetos que hacían juego con la camiseta de su selección. Los jugadores de Nigeria y Camerún llegaron un poco más lejos: en el mismo partido usaron pares amarillos, rojos y verdes. Los Africanos no fueron los primeros en introducir cambios en los botines. Héctor López se hizo famoso por los blancos que calzaba cuando marcaba la punta izquierda del River campeón de 1975. Pero no todo es puro "fashion": el casco forma de lágrima de los ciclistas aminora la resistencia del viento y las cabezas rapadas de los nadadores reducen la del agua. La grasa negra que exhiben en sus pómulos beisbolistas o jugadores de fútbol americano también tiene sentido: contrarresta el efecto enceguecedor del sol sobre los ojos. El dilatador nasal es otro buen ejemplo: se trata de una banda plástica horizontal que atletas, futbolistas y rugbiers se colocan en la nariz para abrir más las fosas nasales y mejorar la respiración. En teoría reduce 21 % la resistencia al paso del aire y permite incrementar el volumen de oxígeno que ingresa en el cuerpo. Sin embargo, a veces resulta difícl marcar el límite entre lo estrictamente deportivo y los dictados de la moda. A fines de los años ochenta, para evitar los dañinos rayos ultravioletas, muchos jugadores de cricket empezaron a untarse cara y labios con una crema protectora. Algunos complementaron esta práctica con un par de lentes negros de diseños estrafalarios y supuestas ventajas tecnológicas. Hoy, aunque llueva o truene, muchos jugadores permanecen fieles a los lentes y la crema, que así han pasado a ser más una combinación de amuleto y pintura tribales que un bloqueador solar.

PD: este post está basado en una vieja nota de la Revista Nueva, sutiles modificaciones mediante, les dejamos las 5 partes abajo. Haciendo click, podrá ampliar la imagen.